Empecé el día con una
leve excitación que se sentía en el ambiente de lo que sería nuestra primera
clase de Estrategias de la Intervención. Se comentaba que haríamos, si sería entretenido, o en
realidad nuestros compañeros de segundo solo nos estaban “cuenteando”. Cuando era la hora nos encontramos una
profesora un tanto estricta, donde se notaba a kilómetros su gusto por la
obediencia.
Risas, murmullos y un enredo de conversaciones que llenaba
la sala y a la vez, una dificultosa profesora tratando de hablar en medio de
tal barullo. Detrás de la profesora, se
encontraba el profesor Félix, que brillaba por su silencio y su actitud
observadora, el cual cambio radicalmente al alzar la voz y mandarnos a callar.
Después de un par de cosas técnicas, estaba entusiasmada y muy ansiosa esperando las
instrucciones de la actividad, la cual consistía en dibujar un triangulo y en
cada lado escribir tres cualidades tuyas que te harían sobrevivir y salir
adelante en lugar extraño y desconocido.
Tomando el lápiz amarillo, dibujo mi triangulo mientras
pensaba cual cualidad mía elegiría para esta tarea. Y siempre que he participado en actividades de este tipo, la primera palabra que me viene
a la mente es “Fuerza”. ¿Por qué? Porque gracias a las experiencias vividas, he
aprendido e incorporada tan profundamente esta palabra en mi personalidad. Una
fortaleza que viene del interior, puramente visceral que me mantiene en pie y
con la frente en alto cada día. Lo que me lleva a la siguiente palabra que
elegí. “Convicción”. A pesar de que mis tiernos diecinueve me he formado con ideologías, pensamientos y
concepciones de vida muy potentes. Aunque solo sea en base a conceptos básicos,
lo que creo y lo que siento que es correcto y verdadero, están presentes
fuertemente, haciéndome cosquillas en la piel y sobre todo en la lengua todos
los días.
Por último y la que me costó bastante elegir, fue
“Sinceridad”. Una característica personal que después analizando bien, encaja
casi como un puzle perfecto con las otras dos cualidades. Ser sincero contigo,
con los otros, con tu propio entorno es fundamental para vivir en tranquilidad.
Para finalizar la actividad hubo un momento libre para
llenar de fotos nuestros celulares, cámaras fotográficas o lo que sea que en
ese momento pudiera captar y congelar la felicidad que se vivía en una tarde
calurosa en la universidad. “¡Foto!” “¡Ponte, ponte!” eran las frases que se
escuchaban con frecuencia, llena de caras alegres, sonrisas con risas, muecas y
poses extrañas que finalizo con una gran T y O formada por nosotros, congelando
en una perfecta foto, las caras soñadoras y sonrientes de la generación 2013.