miércoles

Desde el principio



Empecé  el día con una leve excitación que se sentía en el ambiente de lo que sería nuestra primera clase de Estrategias de la Intervención. Se comentaba  que haríamos, si sería entretenido, o en realidad nuestros compañeros de segundo solo nos estaban “cuenteando”.  Cuando era la hora nos encontramos una profesora un tanto estricta, donde se notaba a kilómetros su gusto por la obediencia.

Risas, murmullos y un enredo de conversaciones que llenaba la sala y a la vez, una dificultosa profesora tratando de hablar en medio de tal barullo. Detrás de la profesora,  se encontraba el profesor Félix, que brillaba por su silencio y su actitud observadora, el cual cambio radicalmente al alzar la voz y mandarnos a callar.

Después de un par de cosas técnicas, estaba  entusiasmada y muy ansiosa esperando las instrucciones de la actividad, la cual consistía en dibujar un triangulo y en cada lado escribir tres cualidades tuyas que te harían sobrevivir y salir adelante en lugar extraño y desconocido.

Tomando el lápiz amarillo, dibujo mi triangulo mientras pensaba cual cualidad mía elegiría para esta tarea. Y siempre  que he participado en actividades  de este tipo, la primera palabra que me viene a la mente es “Fuerza”. ¿Por qué? Porque gracias a las experiencias vividas, he aprendido e incorporada tan profundamente esta palabra en mi personalidad. Una fortaleza que viene del interior, puramente visceral que me mantiene en pie y con la frente en alto cada día. Lo que me lleva a la siguiente palabra que elegí. “Convicción”. A pesar de que mis tiernos diecinueve  me he formado con ideologías, pensamientos y concepciones de vida muy potentes. Aunque solo sea en base a conceptos básicos, lo que creo y lo que siento que es correcto y verdadero, están presentes fuertemente, haciéndome cosquillas en la piel y sobre todo en la lengua todos los días.

Por último y la que me costó bastante elegir, fue “Sinceridad”. Una característica personal que después analizando bien, encaja casi como un puzle perfecto con las otras dos cualidades. Ser sincero contigo, con los otros, con tu propio entorno es fundamental para vivir en tranquilidad.


Nuestra tarea después de haber terminado, fue juntarnos con un compañero con quien nunca hemos hablado. Me junte con Javiera y Michael, personas con cualidades bastante admirables  (amable, positivo, extrovertido) en una sociedad tan amargada. Personas que se nota su honestidad. Y así se pasaron varios minutos intercambiando experiencias con distintos compañeros que hasta hoy se me hacían desconocidos.

Para finalizar la actividad hubo un momento libre para llenar de fotos nuestros celulares, cámaras fotográficas o lo que sea que en ese momento pudiera captar y congelar la felicidad que se vivía en una tarde calurosa en la universidad. “¡Foto!” “¡Ponte, ponte!” eran las frases que se escuchaban con frecuencia, llena de caras alegres, sonrisas con risas, muecas y poses extrañas que finalizo con una gran T y O formada por nosotros, congelando en una perfecta foto, las caras soñadoras y sonrientes de la generación 2013.

martes

Presentando a Constanza



Resumir la vida de cualquiera es como intentar contar las estrellas del universo, casi imposible. Pero ahí está lo simpático, “casi”.
6 de Enero de 1994, una masa blanca con ojos nació del pobre útero de mi madre, después de graciosas 8 horas mientras  daba vueltas en el interior de mi progenitora,  en un acto de inconsciente suicidio.
Pasé dos días sin nombre, una total y completa NN hasta que finalmente decidieron ponerme Constanza por ser constante, constante en llorar y Sofía como significado de sabiduría ¿Sabiduría en llorar? Un enigma para mi.
Hija de Jorge y Ruth, hermana de Natalia y el pequeño Jorge.  Una linda familia.
Mi niñez fue tranquila ya que no pude interactuar con ningún niño hasta mis 7 años debido a una bronconeumonía a los meses de nacida y la recomendación del doctor fue no salir mucho de mi hogar. ¿Relevante? No mucho ¿Por qué? Simplemente no recuerdo nada.
Primer día de jardín: lloré hasta romperle el corazón a mi Mama. Primer día en el colegio: Vomitar hasta quedar empapada. Primer día de Enseñanza Media: Sentir presentimiento idiota de creer que en realidad no quedé en el colegio y que todo era un error. Primer día de Universidad: Indigestión. ¿Conclusión? Heredé la histeria y nerviosismo de los Cifuentes y además del mal humor de los Jiménez.
Alrededor de los 11 años mientras cursaba 6, a finales de Marzo del año 2005 nos informan a mí y a mis hermanos la separación de las personas más importantes de nuestras vidas. Si, nuestros padres se separaban. Esta es la experiencia que me hizo crecer, envejecer más rápido, tener una mirada más seria, atribuirme  responsabilidades que no correspondían y ser una persona lo más racional que pueda para evitar caer en situaciones de esa índole.  Sin entrar en detalles y cayendo en un Alzheimer repentino puedo decir que fue uno de los peores momentos de mi vida, donde gente inocente sufrió pero que se sacaron lecciones de vida inquebrantables. Con todo esto puedo decir, que vivo en paz y tranquila con lo que nos tocó vivir.
2006 el gran colegio “Carmela Carvajal” se preparaba a recibir a una niña genio. Lo cual es totalmente mentira. Si no fuera por mi querida madre y su perseverancia no hubiera entrado al liceo emblemático, la verdad es que no me lucí en la prueba de ingreso. A pesar de todo, ingresé a regañadientes.
Conocí la amistad incondicional, el amor y los desamores, la frase “estudiar como china” y simplemente reír hasta que la vejiga te gane y explotar figurativamente hablando. Viví experiencias y me encontré con personas increíbles. Me abrí a un mundo distinto al que me encontraba, conocí, exploré, imaginé, comprendí y me enamoré de este mundo tan hermosamente cruel.
Después de salir a mitad de año de cuarto medio, darme un año para disfrutar de los placeres de la vida y dar la famosa PSU, entré a tan hermosa carrera: Terapia Ocupacional
No verás un punto final, porque ni yo sé como esto termina…