jueves

Baile de los pobres



Se dio el pase a seguir la dinámica de Movimiento. Esta vez no estaba tan feliz como lo estaba en la primera, ya que mi brazo izquierdo sufrió la introducción violenta de una aguja, con el claro objetivo de hacerme doler todo el brazo y supuestamente protegerme de alguna próxima enfermedad que quizás, solo quizás podría elegirme como huésped. 
 Al igual que la primera clase, primero hicimos movimientos al compás de la música, esta vez mas exagerados. Como saltar, dejarnos caer libremente, y alzar los brazos una y otra vez. Todo lo realicé con mucho dolor y no disfruté esa primera instancia, pero si disfruté de ver los pelos soltarse y volar por la sala, en actos de liberación cabelluda.  

Debido a que somos demasiados futuros terapeutas ocupacionales, nos dividimos en dos grupos unos con las máscaras en las afueras y otros solo con nuestros cuerpos al interior de la habitación. Me quedé con Dani y Pablo y nuestro grupo se subdividió en dos para continuar moviéndonos frenéticamente. 
El gran dedo de la profesora eligió a mi amiga para empezar el show que presentaríamos después a nuestros compañeros que se encontraban afuera. La idea era salir de a uno o en parejas para deleitar con un “solo” de movimientos y quedar súbitamente petrificados hasta que otros seres la liberaran de esa prisión y seguir con la dinámica, para terminar en un conjunto de hombres y  mujeres poseídos por la música similar a la música de de las medusas de Bob Esponja. 
 Fue un espectáculo, un verdadero espectáculo del primero grupo, que terminó con gritos que intentaban crear una melodía y sensualmente cubiertos por una tela semitransparente de color morada, moviéndose conjuntamente con ellos. Lo mismo realizamos el segundo grupo. Me dejé llevar otra vez, olvidando el dolor en mi extremidad y solo me moví, contorsioné, reí, choqué y finalmente en unión con lo demás, cantamos llamando a cualquier dios que respondiera a ese cantico tan extraño, claro que nosotros no fuimos privilegiados con la manta sensual. 



Posteriormente, el grupo de las máscaras, liderados por master Ignacio con su máscara de proporciones irreales a lo que de verdad es su rostro. Consistió en revivir a cada uno con sonidos guturales, colocándole las máscaras y finalmente privándoles del derecho de seguir en pie y despojarlos de su careta, desvaneciéndose todos al final, incluso el creador. 
Nosotros nos unimos e interpretamos el movimiento de nuestros cuerpos poseídos por la música y en mi mente imaginaba a Bob Esponja bailando con las medusas. Fue bastante caótico. 

Por último, unas compañeras que se habían retirado producto del dolor de la vacuna, volvieron con una serie de objetos para realizarnos una relajación máxima después de tan acaloradas actividades. Nos recostamos con la luz apagada y los ojos cerrados y se dedicaron a rodearnos con música creada por ellas. Me llevó a una casa desconocida en el sur, con lluvia torrencial y campanas de viento, produciéndome un letargo tal que estuve casi tocando los brazos de Morfeo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario